Por otro lado, mi residencia provisional, la que estoy habitando mientras termino de llenar el frigorífico de la definitiva, se encuentra ubicada en zonas periféricas de la ciudad. Esto hace que sea imposible realizar el trayecto en andando –aunque mi conciencia ya planteaba muchas limitaciones a esta opción-.
Por eso, mi desplazamiento al lugar de tortura diaria lo divido entre coche y metro. Cualquier opción es válida excepto la bicicleta puesto que, como buen gordo que se precie, sólo con pensar en hacer ejercicio me pongo a sudar ¡Y sudo una barbaridad!
El metro hace que me sienta como una sardina en una lata de anchoas. Las personas gordas somos muy celosas con nuestro espacio vital y en el metro, en hora punta, es difícil de mantenerlo indemne. Las personas “gorditas” no aceptamos cualquier contacto físico. De hecho solemos evitarlo –salvo el sexo-. Preferimos tocar elementos comestibles.
¡Pues esta mañana no ha dejado de empujarme una señora con sobrepeso! Apretados íbamos todos y yo también soy gordo, pero sostengo solo mi peso ¡Pues la tía va y no deja de apoyarse en mí! ¡Todo el trayecto! Daba un paso hacia adelante, durante un segundo dejábamos de tocarnos, y al siguiente segundo ¡Otra vez su panza sobre mí!
¡Posiblemente sea la fuerza de la gravedad! La fuerza de atracción de las grandes masas. Aunque, pensándolo bien, era ella la que se veía atraída por la mía ¡Yo era el gordo!
¿Alguien lo dudaba?
4 comentarios:
Jaja que gracioso! Que tengas buen día.
Mabel
http://novolverasubir.blogspot.com/
Sexo entre gordos.... mmmmmm :)
Hola. Soy periodista y me gustaría ponerme en contacto contigo. Si puedes dejarme un mail de contacto al que pueda escribirte....
Gracias
Buenas
Mi correo es tioadieta@gmail.com y mi twitter es @Tioadieta.
por cierto, si vas a sacar algún reportaje sobre mí, te aviso que puedo ocupar muchas páginas.
Un saludo
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