miércoles, 26 de enero de 2011

Día 44: Retorno a los 80.

Llevo tiempo sin escribir en mi blog.

Los más ilusos pensarán que he abandonado la dieta, que mi voluntad no era lo suficientemente fuerte para cruzar este desierto o que cometería continuos excesos alimenticios como los que se produjeron -accidentalmente- durante el periodo navideño, lo que produjo aquel estancamiento de mi descenso dimensional.

¡Pues no!

Y no sólo continúo con esta asquerosa dieta, sino que ya he perdido la friolera de 3,8 Kg. Si alguien los encuentra, que se los quede.

¿Tú sabes lo que es subirte a la báscula y que haya un 8 en el lugar que ocupan las decenas? ¿Tú sabes cuánto esfuerzo, trabajo, dedicación y hambre he padecido para llegar a contemplarlo? ¿Para ver este momento? ¿Para regodear mis castigados oídos con halagos del tipo “Estás más delgado”, “Es que estoy a dieta –perdona-”, “Pues se te nota”, “(y a ti la envidia, so gorda)”?

88,9Kg. ¿Acaso no siguen el cerdito de arriba? Ése se actualiza de manera automática y va realizando el seguimiento de mi peso.

¡Qué bonito los 80!  ¡Qué grandes recuerdos! 
 
Yo nací en los ochenta. Disfruten.


miércoles, 19 de enero de 2011

Día 37: Deporte.


Me levanto todos los días a las 7 de la mañana para ir a trabajar. En estos últimos días, durante mi lento ritual matutino suelen aparecen mis hermanos pequeños que, armados de una excesiva motivación, se enfundan ridículas mallas oscuras que le recubren cada palmo de sus grotescos cuerpos para realizar ejercicios aeróbicos por las frías calles de mi barrio.

Aunque parezca mentira, yo también suelo correr por las mañanas cada fin de semana. Pero yo corro a bajar la persiana y a echar una meada antes de volverme a la cama para seguir mi tarea en el reino de Morfeo.

Ahora en serio, si yo tuviera unas mallas de mi talla para embutírmelas les acompañaría todos los días. Me gustaría que fueran de color bermellón y que estuvieran adornadas de amarillos rayos y unas alitas en las orejas -como el disfraz del corredor de los cómics de superhéroes-. Yo lo adornaría poniendo cara de velocidad y enseñando la tableta de chocolate que ahora tengo por abdomen ¡Y si no, me la dibujo!


Recreación de la equipación de entrenamiento.

lunes, 17 de enero de 2011

Día 35: Recuperando terreno.

Hoy me he levantado con la obligación moral de pesarme e, ignorando la costumbre de desoír lo que mi ética me dice, lo he hecho.

90,3 Kg.

Parece que ya he recuperado el terreno perdido durante los festejos navideños y he vuelto a conectar el ascensor en modo caída libre. ¡No hay quién me pare! Aunque un bollo con mortadela bien que podría hacerlo.

La motivación que me empuja a padecer esta dieta es para estar preparado cuando al gobierno de turno, motivado por la presión de la opinión pública –que no la mía-, le dé por atacar a la comunidad gorda alegando que los problemas de salud de estas personas les cuestan mucho dinero a las arcas del estado, que hay que adaptarse a otros países del entorno europeo con menor número de gordos entre sus ciudadanos o que se debe mirar por la salud de la ciudadanía y se ponga como objetivo erradicar con el sector de la población que tenga un índice de grasa corporal superior a 25. Algo similar a los que han hecho –acertadamente- con los fumadores.

¿Y qué van a hacer? ¿Limitar el número de tapas que puede comer un gordo en un bar? ¿Sólo servirles productos lights (de los que ya hay disponible hasta la cerveza)?

¿Sabéis cuál es mi opinión? ¡Qué les den por culo a los gordos! Total, yo ya estaré canijo.

domingo, 16 de enero de 2011

Día 33: Comida en compañía.

Vamos a ver, ¿qué parte de estoy a dieta no se entiende? Está muy claro, verdad. ES-TOY-A-DIE-TA. Y yo no lo oculto, es más, no únicamente lo anuncio, sino que lo advierto.

¿Y qué implicaciones conlleva estar a dieta? Pues que debo controlar mis impulsos para no ingerir demasiadas calorías en cada toma de comidas.

¿Y cómo se consigue? Pues, sobre todo, reduciendo mi exposición a estímulos alimentos hipercalóricos –los que más nos gustan- para aminorar la tentación de comerlos.

¿Y si se presentan ocasiones de comer con personas que no padecen una dieta? Pues intentaré pedir yo y adaptar el menú a mis necesidades. Total, a todos nos sienta bien comer sano. Si acaso se saca un poco de queso, o alguna conserva, pero poco más.

¿Y se pide vino, cubatas y dulces a los comensales? De ese tipo de alimentos ni se menciona, o tendrán que soportar una verborrea infinita e interminable que impide el disfrute de la ingesta de los mismos y hará que se arrepientan por haberlos solicitado sin mi beneplácito.

¿Ha quedado claro? ¿Sí? ¡PUES DEJAD DE COLGARME CARTELES DE UNA PUTA VEZ POR MI CIUDAD SOLICITÁNDO MÁS CALORÍAS CUANDO SE COME CONMIGO!

Prueba de pancartas colgadas para solicitar más calorías cuando se come conmigo.

jueves, 13 de enero de 2011

Sección especial: Regalos de Reyes II

Aunque haya pasado la época de regalos compulsivos y sin sentido, voy a seguir con esta sección para dar ideas a aquellas personas que me quieran regalar algo para compensar los buenos ratos que pasáis pensando en este humilde hambriento mientras coméis con libertad.

En este caso se trata del nuevo producto de la compañía internacional de mordida manzana como imagen corporativa. Nunca pensé que esta firma lograría un producto que les gusten, y sepan, utilizar los abuelos.

Apúntelos en la lista de cosas que siempre me gustaría tener.



miércoles, 12 de enero de 2011

Día 30: Un mes.

91,5 Kg. 

¡Sólo he conseguido perder un kilo durante este primer mes de dieta! ¡Un kilo y doscientos insignificantes gramos! 

Después de tanto padecimiento, tanto pesarme, tanta desesperación, tanto mirar para otro lado, tanto sufrimiento y tantas cohibiciones. Después de la cantidad de lechuga, zanahoria, coliflores, habichuelas, berenjenas, calabacines, pescaito a la plancha, etc. que he soportado. Después de algunas -sólo algunas- cervecitas, paellas, potajes, jamones, quesos, embutidos, botellas de vino, copas de cava, polvorones y mantecados. Tras un mes en el que sólo me he bebido un único chupito de orujo, ¡va y sólo pierdo un kilo! ¡Sólo uno!

¡Cómo moooooooooooooooooooooola! 

A por el segundo, guapetón.

martes, 11 de enero de 2011

Día 29: Enfermedad.

Estoy muy enfermo. De hecho, creo que me estoy muriendo.

Mi cuerpo se rebela para que no recomience a padecer la dieta tras el parón navideño. Me dice que no quiere volver a la lechuga y zanahoria hervida, cierra su garganta con placas virales debido a la huelga de mis glóbulos blancos para que vuelva a ingerir grasas, eleva su temperatura hasta tener suficiente calor para hacerme unos filetitos de buey a la frente –vuelta y vuelta-, las articulaciones de mis extremidades inferiores se encuentran magulladas para evitar que realice ejercicio.

¡A ver cómo le explico al médico que lo que yo necesito son lípidos!

lunes, 10 de enero de 2011

Día 28: Reinicio.


Hoy me he levantado enfermo. Creo que tengo un cólico puesto que ayer, viendo que se me acababan las vacaciones, con todas las desinhibiciones que éstas conllevan, incluida la de saltarse una dieta, me comí demasiados mantecados sobrantes de los festejos.

Tuve suerte ya que, al no comer en navidades como lo hubiese hecho con normalidad, quedaban mantecados de sabores distintos a los que usualmente suelen sobrar: limón y coco.

Padezco de fiebre y no puedo comer. Como siempre, mi constitución me da el empuje necesario para recomenzar esta faraónica obra de perder los kilos mediante el padecimiento de una dieta.

Me pesaré al final de la semana para poder darme margen motivacional en cuanto a la perdida de peso.

Para terminar, incluyo una foto de los jumbos que me he zampado durante las fiestas navideñas. Merecen la pena. ¡Y el que no los haya probado que se joda y se ponga a dieta! Verá como se le agudiza el ingenio para saltársela con estilo.

Comiendo así da gusto estar gordo ¿verdad?

jueves, 6 de enero de 2011

Día 24: Terminando las fiestas.

Hoy es el último día de los festejos navideños.

Que nadie me recuerde que estoy a dieta mientras me como mi pedazo de roscón de reyes. Es más, no pienso parar de comer roscón de reyes hasta que me toque el regalito que lleva escondido. Y si no me toca, más vale que me escondan algo dentro para que deje de comer.

Ya me he tomado el protector estomacal porque me esperan unos jumbos para almorzar. Los jumbos son unos gambones de un cuarto de kilo cada uno. Les haré hueco. Prometo foto para recochineo del personal.

¡Ah! Y los reyes me han traído carbón. Eso es porque he sido bueno porque a mí me sirve para encender una barbacoa. Y la carne prefiero ponerla yo. Es que no se puede comparar la carne de cochino ibérico con la carne de cochino de oriente. Los cerdos vietnamitas no sirven para comerse. Por eso los venden como animales de compañía. Anda que si me regalan un cerdo de Jabugo me iba a hacer mucha compañía ¡Al carbón que me han traído los reyes magos lo ponía yo!

martes, 4 de enero de 2011

Día 22: Año nuevo, vida nueva.


Esta mañana me he pesado. 91,7 Kg. ¿Qué os parece?

¡Después de tanto sacrificio! Lo único que he perdido han sido las tres semanas que llevo a dieta. Para que vean, no se ha consumido una sola tableta de turrón de chocolate en lo que llevamos de año, cuando lo usual era gastar al menos 20, gracias a mi contribución, por supuesto.

Encima, me intentan consolar con argumentos tales como que han pasado las fiestas navideñas, que son de mucho comer y beber, y de muchos dulces; y que me haga a la idea de que he conseguido no poner peso durante las mismas, al menos.

Señores, cuando estaba gordo tampoco ponía peso. Estaba gordo y ya está. No engordaba y mi peso era estable: simplemente era gordo. Cuando uno sobrepasa el límite de peso establecido para que se le establezca como término al que debe responder, el número que marque la balanza es indiferente, a menos que sea para demostrar la gran dificultad que es hacer dieta para bajar de peso.

¡Que sí, que sí!

Mira, mejor me voy a meter entre pecho y espalda un pedazo de pizza que me va a quitar las penas. Posiblemente mañana tenga remordimiento de conciencia. De hecho, ya los tengo. Tengo tantos que sería capaz de ponerme las mallas y salir a correr a estas horas de la noche. Menos mal que no existen ridículos culotes donde entre nuestro culo, porque si no…

¡Y eso que aún no ha llegado el rosco de reyes!