martes, 4 de enero de 2011

Día 22: Año nuevo, vida nueva.


Esta mañana me he pesado. 91,7 Kg. ¿Qué os parece?

¡Después de tanto sacrificio! Lo único que he perdido han sido las tres semanas que llevo a dieta. Para que vean, no se ha consumido una sola tableta de turrón de chocolate en lo que llevamos de año, cuando lo usual era gastar al menos 20, gracias a mi contribución, por supuesto.

Encima, me intentan consolar con argumentos tales como que han pasado las fiestas navideñas, que son de mucho comer y beber, y de muchos dulces; y que me haga a la idea de que he conseguido no poner peso durante las mismas, al menos.

Señores, cuando estaba gordo tampoco ponía peso. Estaba gordo y ya está. No engordaba y mi peso era estable: simplemente era gordo. Cuando uno sobrepasa el límite de peso establecido para que se le establezca como término al que debe responder, el número que marque la balanza es indiferente, a menos que sea para demostrar la gran dificultad que es hacer dieta para bajar de peso.

¡Que sí, que sí!

Mira, mejor me voy a meter entre pecho y espalda un pedazo de pizza que me va a quitar las penas. Posiblemente mañana tenga remordimiento de conciencia. De hecho, ya los tengo. Tengo tantos que sería capaz de ponerme las mallas y salir a correr a estas horas de la noche. Menos mal que no existen ridículos culotes donde entre nuestro culo, porque si no…

¡Y eso que aún no ha llegado el rosco de reyes!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado señor gordo
No puedo evitar llamarle la atención sobre un comentario que ha vertido en este su blog, usted dice tan buenamante:"cuando estaba gordo tampoco ponía peso"
Permítame que le corrija, usted ESTÁ gordo, no use el pasado antes de tiempo, no vaya a ser que se lo crea y deje su sacrificada dieta a base de gambones y vuelva a las andandas...