viernes, 31 de diciembre de 2010

Día 19: Arrepentimiento.



Yo confieso ante el Gambrinus nuestro señor, y ante vosotros hermanos gordos, que he comido mucho de marisco, cerveza, queso y jamón. Por mi gula, por mi gula, por mi gran gula. Por eso ruego a mi madre que cocina, a los camareros, a los pasteleros y a vosotros, hermanos, que intercedan por mí ante el peso, el gran cabrón.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Día 18: Enfadado con el mundo

Los canijos no tienen sentido del humor. Es más, los canijos no tienen sentido. Personas que reprimen sus ganas de comer, bien sea de forma voluntaria o de forma inconsciente o, peor todavía, que ni siquiera las sientan, son personas que no saben disfrutar de la vida momento a momento.

En el argot callejero no se han acuñado expresiones del tipo: “¡Qué flaco más gracioso!”. Sin embargo, enunciados como “¡Qué arte tiene el gordo ese!” o “gordito simpático” (si te dicen esto último, usando el diminutivo, olvídate de tener relaciones sexuales con ella) y similares están en el léxico diario de la población. Es más, si hago mención a la palabra bonachón, todo el mundo la relaciona inmediatamente con una persona con sobrepeso aunque no se haga ninguna mención a ello en su definición. Es más, no parece correcto calificar a una persona delgada con ese adjetivo.

Bueno, pues esto suele ser cierto hasta que pones a dieta a un gordo. Es en ese momento cuando desaparece la habilidad de atracción personal a través del comportamiento, aprendido durante todo el desarrollo vital del gordo en cuestión para conseguir atención del resto del planeta que no sean reprimendas para dejar de comer, y se sustituye por mal genio ¿O no se nota mi enfado?

Sobre todo, si no he logrado perder peso después de tanto sacrificio entre cerveza y cerveza ¡Y eso que no me he pesado todavía!, desde la última vez aquí mencionada, evidentemente.

Últimamente estoy enfadado con todos porque podéis comer lo que os dé la gana y, encima, lo hacéis delante de mí sin ningún tipo de compasión, arrastrándome al lado oscuro. Suelo tener ganar de mandaros a todos a freír espárragos que, luego, nos los podríamos comer juntos dentro de un bollo.

Así que ya no me voy a contener más y lo voy a hacer. Sí, me voy a desahogar de vosotros, que para eso este es un blog anónimo aunque todos mis lectores me conozcan personalmente: ¡´ROS TOS A TOMÁ PORCULO A VÉ SI OS DA UN CÓLICO DE TANTO COMÉ ADELANTE MÍA!

martes, 28 de diciembre de 2010

Comunidad gorda

En esta sección pretendo destacar grandes hazañas realizadas por insignes personajes de la comunidad gorda mundial.

Para comenzar quiero dar a conocer a Liberio que, harto de ser rechazado por las mujeres, decidió tomarse cinco litros de cerveza sin respirar que le permitan acumular el suficiente valor necesario para inmortalizar su primera y única relación sexual conocida en la foto que adjunto,aunque no se la hicieran a él (para variar).

¡Vamos tío! ¡Deja alto el pabellón! ¡Demuestra de qué estamos hecho los gordos!

Enséñale a esa tía buena con pose de modelo y morritos carnosos para silbar para adentro que, aparte de ser capaz de estropear una estupenda foto apareciendo en ella, los gordos aprovechamos el poco espacio que este estrecho mundo nos otorga. Por eso, ¡tócale una teta!

¡Disfruta ese momento como si fuera la última mousse de chocolate del planeta!

¡Todos los gordos estamos contigo!


domingo, 26 de diciembre de 2010

Día 14: pasada la navidad.

Una vez transcurrido el primer bloque de festejos navideños, de los tres agrupamientos en que se podrían dividir estas fechas: navidad, fin de año y reyes magos; debo decir que no me ha sido nada fácil el poder resistir estoicamente la tentación alimenticia hipercalórica. Es más, diría que, mi instinto de supervivencia me susurraba al oído, o más bien me gritaba: “¡Come, come, que van a volver los tiempos de hambruna!”. Bueno, todo hay que decirlo, no escuché claramente esas palabras, pero sí fue la interpretación que yo hice ¡ea!

Además, ¿no da coraje cuando estamos pasando hambre que recordemos alguna vez que dejamos de comer por algún motivo? En esa circunstancia siempre se piensa algo como: “Si tuviera acceso a la bandeja de pastelitos que me pusieron por delante la noche de nochebuena, iba a compartirla con mi hermano insiguía. ¡Y, como un gilipollas, la rechacé porque ya no podía más! Total, sólo comí 14 dulces.”

Si en ese momento se nos pasa por la cabeza que cuando acaben las fiestas, o durante el paréntesis que hay entre bloques festivos, volverá esta asquerosa dieta, le hacemos hueco a 14 pastelitos más, empujados con mantecados de las monjitas y aderezados con rico licor, y hacemos esfuerzo por no vomitar.

Debo destacar que el entorno en el que he estado no ha sido nada estimulante para mantener mi línea de alimentación a base de hojas de lechugas y zanahorias escalfadas, todo lo contrario, he sido tentado con los más diversos manjares como los muestro en el reportaje gráfico. Viandas que sólo serán posible degustar en ese momento ¿Por qué no se repite esa receta el próximo 18 de julio? Según mis cálculos, será el próximo día que me podré saltar la jodida dieta porque habré perdido 3 kilos.

El arroz con Bogavante y la botella de Vega Sicilia que me ventilé en  Navidad. ¡A ver quién tiene los cojones de decir que está a dieta! En ese caso, la lechuga no se menciona ni en broma.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Día 11. Encuentro de amigos.

Voy a situar al lector.

Una celebración, reunión, cena o almuerzo, en la casa de algún amigo, en un bar o restaurante, con muchas o pocas personas conocidas o no. Es decir, en cualquier contexto donde el personal esté dispuesto a comenzar a comer, yo incluido. Concretando, la típica congregación de amigos que se suelen hacer en estas fechas.

La gente llega, se saluda y nos ponemos al día de los últimos sucesos acaecidos en sus monótonas vidas y, antes de comenzar a debatir temas importantes, como el fútbol o el tamaño de los pechos de la nueva pareja de fulano de tal, se hace una pausa para pedir la bebida al anfitrión.

- “Una cerveza”, dice el primero.

- “Yo otra”.

- “¡Que sean tres!”

Es mi turno. Y no sé cómo pedir algo que no sea cerveza. Debo aligerarme para evitar crear expectación sobre mi decisión así que, intentando no llamar mucho la atención, descubro una voz chillona que sale de mi interior que dice: “¡Para mí un Nestea!”

En ese momento noto que, por la expresión atónita de sus miradas, todos los colegas están viviendo una experiencia similar a la muerte, puesto que, en un instante, les ha pasado por su mente todas aquellas imágenes de borrachera en las que he sido el protagonista. Pero, salvo algún que otro capullo que me anuncia inquisitivamente que mis tendencias sexuales han cambiado de acera, el resto gesticula afirmativamente aceptando la decisión adoptada puesto que no afecta a la cantidad de cerveza que ellos pueden ingerir ese día. Es más, los más ilusos lo aprueban con ilusión puesto que piensan que alguien sobrio les conducirá hacia su casa. ¡Pues como no venga su puñetera madre por ellos, van listos!

Pero siempre hay una que se da cuenta que estás haciendo dieta. Una que generalmente coincide con quién tiene un cuerpo esbelto de forma natural puesto que se destetó de su madre al segundo día porque engordaba. Ese tipo de chicas concuerda con aquellas que van siempre muy arregladas y están pendientes de que no se desmaquillen ni de que una brizna de viento destroce su estrafalario peinado desplazando dos milímetros algún pelo de su flequillo. Una de esas que, para mantener su delgadez, sólo come un poquito de pan a pellizcos ¡Y con cara de asco!

Pero, vamos a ver, “miarma” ¿no ves que el pan es de los alimentos más insípidos que existen a menos que vayan impregnado en alguna jugosa salsa? Si has decidido comer 20 gramos de alimento al día, ¡que sean de entrecot de buey o de bizcocho relleno de crema! Digo yo.

¡Ya me estigmatizó!

Entonces comienza con una larga e interminable lista de maliciosas preguntas sobre cómo lo llevo, qué alimentos como, cuánto he perdido (de momento una amistad, para empezar). Algunos de los colegas empiezan a reírse por dejarme arrastrar por el mundo actual y entrar en la secta del culto al cuerpo que tan de moda está en estos días. Otros me animan a tirar la toalla. Algún carajote se da cuenta que estaba gordo he intenta subir mi autoestima sin darse cuenta que, en ese momento, únicamente Sara Carbonero es capaz de lograrlo.

Es decir, sin comerlo ni beberlo, porque la dieta me lo impedía, decido mandar a todo el mundo al carajo de forma instantánea y empiezo a comer de todo lo que hay en la mesa engullendo de forma descontrolada puesto que, como hemos a pagado a escote, habrá que amortizar el gasto.

A los cinco minutos se acabó la conversación sobre mi dieta y continuamos hablando de fútbol.

La gilipollas no quita esa sonrisa en señal de victoria de su cara. Tendré que quejarme regoldando en su cara de la forma más sonora.

FIN

¿Os ha pasado algo de esto? A mí no, puesto que llevo mi dieta con orgullo y lo único que hago es hablar sobre ello y quejarme de lo mal que me trata la vida ¿lo habían notado?

¡FELICES FIESTAS!

Sección especial: Regalos de Reyes I

Las personas con sobrepeso presentamos un perfil muy similar y muchas son las características que tenemos en común. Una de ellas es la dificultuad que tienen las personas que están en nuestro entorno para hacernos regalos puesto que, al ser personas sedentarias, sólo nos gustan cosas relacionadas con ordenadores, películas o series de televisión, tebeos y frikadas de esas de las que ya tenemos de todo. Aclaración: Nada de regalar ropa ni compelementos, ya que no somos coquetos ni nos gustamos ¿Eh?

Por ello, puesto que se acercan épocas donde la gente se rinde al consumismo, he creado esta sección donde voy a dar ideas para que aquellas personas allegadas dispuestas a darme una sorpresa tenga alguna orientación sobre mis gustos.

Primera pista, un disfraz de Spiderman. Pero no uno cualquiera, sino uno del traje negro, del simbionte, que es más vacilón.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Día 10. Lotería de navidad.


Empiezo realizando una réplica a todos aquellos argumentos aportados y realizados sobre lo inapropiado que resultan estas fechas para dar comienzo al padecimiento de una dieta, como la que estoy sufriendo.

Hoy juega mi equipo de fútbol, lo que supone un aumento considerable en mi apetencia de ingerir cervezas, y ayer tuve una cena de cumpleaños, lo que supuso una sobreexposición a unas grandes y suculentas cantidades de comida.

Ocasiones como éstas me asaltan a diario, incluso más que los festejos de celebraciones navideños. Y si no surgen, los busco yo, cojones, que para eso soy un gordo y me encanta buscar excusas para hartarme de comer y beber.

Ya que he sacado el tema de la celebración de ayer, debo puntualizar una cosa, sobre todo para que se entere la persona que se encargó de realizar la comanda de la cena. ¿Tan difícil resulta pronunciar las palabras “pollo a la plancha”? Vamos, repetid todos conmigo: PO-LLO A LA PLAN-CHA. ¡Tan difícil no es! Incluso eres capaz de hacerte entender si modificas algunos fonemas no vocálicos de esta declamación, exceptuando la sustitución del fonema P por el fonema F. En ese caso, posiblemente, el camarero te atacará con intenciones variables dependiendo de la coincidencia, o no, de vuestros géneros.

Luego, durante tan excelente degustación gastronómica, me sentía tan cohibido para saborear dichos alimentos que parecían que me daban miedo, como si me fueran a dar un bocado. Aunque, más bien, era yo quién estaba loco por hincarles el diente a todos. ¡Ea! Pues de coraje, y como símbolo de mi rebeldía, me pedí un refresco de té que no era Light y una copa de tinto.

En otro orden de cosas, otro año más me ha tocado un mojón gigante en la lotería. Y, encima, no he parado de escuchar la de tonterías que dice la gente para consolarse de que no ha cambiado sus mediocres vidas: que si lo importante es la salud, que si no hay que tener esperanzas de futuro en un número de lotería, que si hay que cultivar el trabajo diario. ¡A dieta los ponía a todos para que sepan lo que es una vida atormentada!

Yo no quería que me tocara la lotería, lo que deseaba, y sigo deseando, es poder arrebañar el fondo del plato con un poquito de pan.

Por cierto, todo el mundo juega a este sorteo navideño, cuando es el que tiene el bote de premios más pequeño. Así que, el año que viene me voy a dedicar a jugar en las rifas de barrio, puesto que sortean jamones, chacinas, surtidos ibéricos, etc… ¡En lo que me iba a gastar el gordo si me hubiese tocado!

martes, 21 de diciembre de 2010

Día 9: La muela.

Hoy me han puesto una nueva muela.

Me he gastado más de 250 pavos (uno relleno me comía yo) en enfundar mi molar encarecidamente, es decir, en carey.

¿Sabéis qué? Con esa nueva muela podré comer sin problema turrón del duro, piñonates, rumiar costillas de cordero, abrir botellines de cerveza cuando se pierda el abridor, comprobar que las monedas sean o no de chocolate, abrir las nueces, fabricarme mi propio hielo picado para mi mojito navideño y hartarme de chicharrones secos y regañá.

Pero no. La jodida dieta que estoy padeciendo me impedirá disfrutar de mi nueva muela hasta que no logre gastar la poca fuerza de voluntad que me queda. ¿Y para eso me gasto ese dineral? ¿Acaso una muela tan cara me será necesaria para masticar lechuga raída o engullir puré de verdura naranja?

Debería haber invertido ese dinero en un jamón y un queso.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Día 8: Recomienzo.


Por vuestra culpa, por ofrecerme estos apetitosos platos y deliciosos dulces navideños acompañados de embriagadores licores.

Por vuestra culpa he retrocedido un paso en el hambriento camino hacia la delgadez, sinónimo de belleza en los tiempos que corren, aunque yo pasee por ellos, que cansa menos.

Menos mal que está lloviendo, porque siento en mi interior un remordimiento tan grande que sería capaz de andar durante, por lo menos, 20 minutos seguidos sin avituallar en locales de suelo “enserrado” que suelo concurrir.

91,6 Kg. Retrocedo un kilo.

Mis profecías se cumplen, aunque también he vaticinado que me va a tocar el gordo de la lotería de navidad y seguro que me quedo a dos velas, aunque lo del gordo ¡Eso ya me tocó al nacer!

Por vuestro jamón, por vuestras croquetas de espinacas con queso, por vuestro cordero, por vuestro queso, por vuestro paté, por vuestras doradas a la espalda, por vuestras patatas estrelladas con jamón, por vuestro orujo casero, entre otras cosas, he puesto ese kilo.

Están tan ricos que parecen pecado y la condena por ello es engordar.

Espero que en el infierno quepamos todos los gordos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Día 6, segunda parte: Almuerzo.

No me entretengáis para que escriba, que se me pasan las bandejas llenas de comida.

Además, dicen que es de mala educación hablar con la comida llena.

¡A tomar por culo la dieta!

Día 6: primera prueba.

Hoy he perdido peso hasta llegar a los 90,3 Kg.

He perdido, además de la cuenta de los días sin comer patatas fritas, 2,4 Kg. Esto ya es otra cosa. Éste es el ritmo de pérdida que voy buscando.

La estúpida báscula ya no sonreía, la mueca de su boca era de apretar los dientes para mantenerme encima.


No es debido a la realización de ninguna práctica deportiva, puesto que a penas tengo energías para pulsar las teclas del teclado ¿Puede ser la indignación? Acabo de darme cuenta que el enfado puede hacerte perder peso ¡Por eso mi hermano pequeño no engorda!

Hoy tengo comida y cena ¡A ver cómo lo supero!

Hoy tengo dos formas de morir: la primera es por un cólico, la segunda es de un ataque de nervios.

Prefiero la primera. Y que me entierren en un barril de cerveza.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Día 5: Respeto.

Respeto.

Eso es lo que me tiene Mercadona.

Respeto al tío más gordo adicto a los dulces surtidos de esa cadena de supermercados que se ha puesto a dieta.

Respeto a la persona que es capaz de zampar más pastelitos por minutos, mojados en Colacao, por supuesto, de toda España.

Igual que ocurre en el mundo del deporte, cuando un futbolista o jugador de baloncesto con gran carisma para los seguidores del equipo al que pertenecía se retira de la práctica deportiva, y el dorsal que ha vestido durante toda su carrera es apartado para no ser utilizado por ningún otro jugador que ocupe su lugar.

Pues Mercadona me ha realizado un homenaje similar, puesto que ha retirado de sus vitrinas el nombre que abanderaba su dulce estrella: la chapela.

Como podrán comprobar en el documento gráfico que adjunto, pasa a denominarse espiral al cacao, perdiendo el glamour desbordante de su anterior denominación, hasta que un servidor vuelva a retomar sus costumbres glotonas de digerir glucosa en cantidades industriales.

Y todo en mi honor.

Parece que este blog està teniendo la repercusión deseada.

La nueva denominación del pastelito estrella de Mercadona.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Día 4: Las cuentas.

Hoy me he levantado con el ánimo lo suficientemente fuerte como para subirme en la báscula. Después de meditarlo en el trono de meditar, evidentemente y valga la redundancia, lugar donde tengo la insana costumbre de sentarme cada mañana nada más despertar, lo he hecho.

¿Acaso pensabais que nunca lo haría? ¿Que no tendría cojones de pisar el cuadrado de la humillación? Pisotones le habré dado yo y todavía sigue funcionando la jodía.

91,6 Kg.

¡Sus muelas! Estoy perdiendo peso al ritmo de las viejas. Para acelerar el ritmo saldría a correr todas las tardes, pero con las pocas calorías que ingiero cada día, no llego siquiera al trabajo de no ser porque el camino está lleno de bares y el aroma matinal a tostadas me lleva en volandas. Además, el tiempo que debería estar dedicándole a hacer ejercicio lo estoy empleando para escribir en este maldito blog que no lee nadie (salvo 15 personas en Inglaterra y dos croatas ¡Gracias! Vuestra fidelidad me da ánimos).

Es el momento de echar cuentas. Necesito tres días para perder un kilogramo de mi persona. Entonces, si quiero perder 15 kilos, tendré que permanecer en este estado de abstinencia 45 días. Mirando el calendario, la dieta debería finalizar el 26 de enero de 2011 ¡Ja! Me veo yo hasta verano.

Hagamos cuentas reales: supongamos que cada día que me salte este estricto régimen de comidas específicamente diseñado por ingenieros dietéticos de la NASA, es decir, mi madre, recupero 1 kilo de peso, de media (y no voy a entrar a desvariar sobre lo que pasaría cuando finalice la dieta si este supuesto fuera cierto). Esto será debido a que pienso ponerme hasta las manillas, tal y como me estáis animando a hacer mediante los votos recogidos en la encuesta.

Supuesto número 2: no seguiré la dieta de forma estricta los días 18, 19, 24, 25, 29 de diciembre y el 1, 5 y 6 de enero, motivado por las diversas celebraciones relacionadas con las fechas en las que estamos, así como compromisos varios. Por lo que, si aplicamos a estos días el primer supuesto, recuperaré 8 kilos. Lo que retrasará la fecha de finalización de esta estúpida dieta 24 días más.

Supuesto número 3: la pérdida de peso no es una ciencia exacta. Lo que supone que tres días a dieta no me aseguran que logre bajar un kilo de peso. Todo lo contrario, lo más probable es que cuanto más tiempo esté a dieta, más dificultad encontraré para perder peso.

Conclusión: ¡Deberé estar a dieta lo que me queda de vida!

¡Ni harto de vino! Bueno, harto de vino sí. Y si lo acompañamos de una tapa de jamón del bueno estoy a dieta hasta el día que me pongan el pijama de madera…

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Día 3: Fútbol.

Hoy tampoco me he pesado. Y no es porque le tenga miedo, es pánico.

La verdad es durante estos dos días de dieta, al acostarme, he tenido una sensación placentera, satisfactoria conmigo mismo. La identificaba con el orgullo que siento al mostrar tanta fuerza de voluntad para estar tres días a dieta resistiendo mi gran ansia por la comida.

¡Craso error! Lo que sentía era hambre.

El diámetro de mi abdomen sigue igual de voluminoso que antes de comenzar la dieta, o incluso más. De hecho, estoy empezando a pensar que se me está hinchando debido a la poca ingesta de comida diaria que estoy realizando ¡Si va a ser peor el remedio que la enfermedad!

Encima, esta noche hay partido de fútbol televisado de mi equipo favorito y no podré acompañar a los jugadores con una cerveza en una mano y tapita de queso en la otra desde el palco situado en el sofá de mi salón ¡Y que nadie tenga la genial idea de indicar la solución de la cerveza sin alcohol y queso fresco! Eso engorda igual. Toda comida que al verla, olerla o comerla no te haga sentir como una vaca engorda ¡Y pensar que antes pesaba más! O eso espero.

Bueno, tendré que idear otra forma de animar a mi equipo favorito que no incluya calorías. ¿Y si pierde? ¿Cómo ahogaré las penas? ¡Cómo no sea a sorbitos de té!

Por cierto, mis deposiciones siguen siendo de color verde.
 

martes, 14 de diciembre de 2010

Día 2. Resignación.

Hoy me he tenido que enfrentar a un dilema moral que tenemos los gordos de este planeta que se plantean cometer locuras como las que estoy haciendo: pesarme.

¡Y una mierda!

¿Acaso piensa esa balanza, con su estúpida sonrisa que se burla de mi cada vez que me subo en ella, que me va a desmotivar? Con no subirme tengo bastante.

Además la calle está llena de idiotas que te dicen lo que tienes que hacer para perder peso, que si el desayuno es lo más importante, que si la dieta del albaricoque, que si dos litros de agua… Señora, ¿Acaso crees que soy el embalse de melonares?

Cuando me levanté, estaba resignado. Estoy a dieta/jodido y voy a estarlo mucho tiempo. Me la trae al pairo que estén cerca las comidas navideñas con esos platos elaborados, esas botellas de vino envejecido en barrica, las copitas de champán y orujo para brindar, esos dulces de las monjitas.

¡Y un cuerno! Yo este verano voy a lucir tipito en un chiringuito de playa tomándome un refresco de Cola Light ¡Eso es felicidad, cojones! Voy a vivir como ellos.

Que conste que me he vuelto a enfadar, pero la culpa de ello la tienen los innumerables energúmenos que nos encontramos en la carretera al volante de inservibles máquinas de transporte que hacemos lo que nos viene al pairo para llegar a nuestro destino y luego acusamos con una chillona bocina al que pase por nuestro lado.

¡Lo que la gente tiene que hacer es dejar de conducir y ponerse a comer! La vida será más fácil para todos. O, por lo menos, para mí.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Día 1. El comienzo

Estoy enfadado.
Tengo un diente menos y no he querido desayunar. Anoche, en la cena normal de despedida se cayó una funda provisional que tengo en una muela. La ayuda ideal que necesito para dejar de comer es no poder masticar con normalidad.
Me moriré de hambre por toda la mañana. En momentos así uno desearía que asolara una hambruna para que todos pasen el desierto que me espera para cruzar. Luego pienso que sería demasiado cruel y que sólo deberían padecerla aquellos que me dicen gordo. Luego vuelvo a meditar y, como esas personas coinciden con las que quiero, deseo que lo padezca unicamente el alvarito, que aunque también lo quiero, me haría taco de gracia verlo en esta situación. Ya llegará, ya llegará.
Me he tomado un puto cafelito, eso sí, con azúcar. Me he dado cuenta de ello cuando he escrito esta frase ¡Sus muertos! Estos son los deslices que harán que no piedra peso. Por ello, me estoy tentando de bajar a la pastelería a por un rosita, puesto que tanto sacrificio no merecerá la pena porque estos descuidos provocarán que esta jodida dieta no vaya a dar resultado. ¡Ja! ni dos horas a dieta y ya estoy pensando en abandonar ¡Esto no durará!
92,7Kg. es el punto de partida, que para los 1,60 cm escasos que mido son una barbaridad. Cada gramo que pierda es parte de mí que desaparece ¡Me voy a consumir! Voy a dejar de ser yo. O puede que me concentre en menos cantidad de masa, por lo que cada parte de mí será más yo.
¿La meta? Sobrevivir con poca comida hasta llegar a los 78 kilos. 15 kilos ya está bien. Si lo consigo, además de solicitar una estatua frente al Ayuntamiento de mi ciudad y darme el homenaje gastronómico correspondiente, valoraré si continúo. Dejo atrás una vida llena de descontrol y desorden alimenticio, hipercalórico y alcohólico, por otra que desborde armonía en mis decisiones respecto a mi comida.
Hoy me esperan unas espléndidas espinacas con garbanzos ¡Fantástico! Encima me llevaré una semana cagando verde. Cada vez que me limpie el culo durante esta primera semana de odisea veré el ese color extraño de heces como señal de la victoria de mi córtex prefontal (encargada de las conductas inhibitorias). Aunque la que siento victoriosa es a una sociedad del culto al cuerpo, a la belleza y a la vanidad. Si todos y todas dedicaran a leer un 10% del tiempo que pasan mirándose al espejo, nuestro nivel de vida aumentaría de tal forma que sería una maravilla y no tendría que hacer dieta porque todos me aceptarían como estoy.
He pensado no comenzar a hacer ejercicio hasta que haya perdido un poco de peso, puesto que necesito motivación, ya que como comience con la natación, en vez de bajar de peso voy a ganar musculatura y no voy a ver progreso. De momento seguiré con el ejercicio de gordos. Caminaré una hora diaria.
Pienso escribir una crónica cada vez que pueda para que quede constancia de mi sufrimiento y poder descargar mi frustración en todas aquellas personas que me han animado (¿animado? no, arrojado). Si se estima oportuno, las colgaré en un blog. De hecho, estoy escribiendo este primer post con el contenido del correo electrónico que le mandé esta mañana a mi mujer.
Apuesto 5 pavos a que me duran menos las ganas de mantener este Blog que el ánimo para estar a dieta ¿Alguien la acepta?