lunes, 13 de diciembre de 2010

Día 1. El comienzo

Estoy enfadado.
Tengo un diente menos y no he querido desayunar. Anoche, en la cena normal de despedida se cayó una funda provisional que tengo en una muela. La ayuda ideal que necesito para dejar de comer es no poder masticar con normalidad.
Me moriré de hambre por toda la mañana. En momentos así uno desearía que asolara una hambruna para que todos pasen el desierto que me espera para cruzar. Luego pienso que sería demasiado cruel y que sólo deberían padecerla aquellos que me dicen gordo. Luego vuelvo a meditar y, como esas personas coinciden con las que quiero, deseo que lo padezca unicamente el alvarito, que aunque también lo quiero, me haría taco de gracia verlo en esta situación. Ya llegará, ya llegará.
Me he tomado un puto cafelito, eso sí, con azúcar. Me he dado cuenta de ello cuando he escrito esta frase ¡Sus muertos! Estos son los deslices que harán que no piedra peso. Por ello, me estoy tentando de bajar a la pastelería a por un rosita, puesto que tanto sacrificio no merecerá la pena porque estos descuidos provocarán que esta jodida dieta no vaya a dar resultado. ¡Ja! ni dos horas a dieta y ya estoy pensando en abandonar ¡Esto no durará!
92,7Kg. es el punto de partida, que para los 1,60 cm escasos que mido son una barbaridad. Cada gramo que pierda es parte de mí que desaparece ¡Me voy a consumir! Voy a dejar de ser yo. O puede que me concentre en menos cantidad de masa, por lo que cada parte de mí será más yo.
¿La meta? Sobrevivir con poca comida hasta llegar a los 78 kilos. 15 kilos ya está bien. Si lo consigo, además de solicitar una estatua frente al Ayuntamiento de mi ciudad y darme el homenaje gastronómico correspondiente, valoraré si continúo. Dejo atrás una vida llena de descontrol y desorden alimenticio, hipercalórico y alcohólico, por otra que desborde armonía en mis decisiones respecto a mi comida.
Hoy me esperan unas espléndidas espinacas con garbanzos ¡Fantástico! Encima me llevaré una semana cagando verde. Cada vez que me limpie el culo durante esta primera semana de odisea veré el ese color extraño de heces como señal de la victoria de mi córtex prefontal (encargada de las conductas inhibitorias). Aunque la que siento victoriosa es a una sociedad del culto al cuerpo, a la belleza y a la vanidad. Si todos y todas dedicaran a leer un 10% del tiempo que pasan mirándose al espejo, nuestro nivel de vida aumentaría de tal forma que sería una maravilla y no tendría que hacer dieta porque todos me aceptarían como estoy.
He pensado no comenzar a hacer ejercicio hasta que haya perdido un poco de peso, puesto que necesito motivación, ya que como comience con la natación, en vez de bajar de peso voy a ganar musculatura y no voy a ver progreso. De momento seguiré con el ejercicio de gordos. Caminaré una hora diaria.
Pienso escribir una crónica cada vez que pueda para que quede constancia de mi sufrimiento y poder descargar mi frustración en todas aquellas personas que me han animado (¿animado? no, arrojado). Si se estima oportuno, las colgaré en un blog. De hecho, estoy escribiendo este primer post con el contenido del correo electrónico que le mandé esta mañana a mi mujer.
Apuesto 5 pavos a que me duran menos las ganas de mantener este Blog que el ánimo para estar a dieta ¿Alguien la acepta?

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