lunes, 20 de diciembre de 2010

Día 8: Recomienzo.


Por vuestra culpa, por ofrecerme estos apetitosos platos y deliciosos dulces navideños acompañados de embriagadores licores.

Por vuestra culpa he retrocedido un paso en el hambriento camino hacia la delgadez, sinónimo de belleza en los tiempos que corren, aunque yo pasee por ellos, que cansa menos.

Menos mal que está lloviendo, porque siento en mi interior un remordimiento tan grande que sería capaz de andar durante, por lo menos, 20 minutos seguidos sin avituallar en locales de suelo “enserrado” que suelo concurrir.

91,6 Kg. Retrocedo un kilo.

Mis profecías se cumplen, aunque también he vaticinado que me va a tocar el gordo de la lotería de navidad y seguro que me quedo a dos velas, aunque lo del gordo ¡Eso ya me tocó al nacer!

Por vuestro jamón, por vuestras croquetas de espinacas con queso, por vuestro cordero, por vuestro queso, por vuestro paté, por vuestras doradas a la espalda, por vuestras patatas estrelladas con jamón, por vuestro orujo casero, entre otras cosas, he puesto ese kilo.

Están tan ricos que parecen pecado y la condena por ello es engordar.

Espero que en el infierno quepamos todos los gordos.

2 comentarios:

Rocio dijo...

Pero "amos a ve" hombre a dieta, alma de cántaro, cuerpo en pena.....
¿A quien puñetas se le ocurre empezar el régimen en plena Navidad? si es que......

el tío a dieta dijo...

Cualquier fecha es mala. Siempre hay una excusa para comer, beber y/o sucumbir en la vagancia.

Hay que aprovechar los envites de orgullo herido para sacar fuerza de voluntad. La cuestión es, al igual que ocurre con el resto de los sentimientos, uno no controla cuándo surgen.

O, por lo menos, a mí.